Erisictón

Hijo de Tríopas y a veces llamado Etón, “Fogoso”, debido a su insaciable apetito. Era un hombre impío, tanto que cuando necesito madera para construir un comedor, no dudo en talar los árboles de un bosque consagrado a Deméter. Había en él una añosa y corpulenta encina, cuya altura sobrepasaba a la de los demás árboles, y Erisictón no dudó en lanzarse sobre ella con el hacha en ristre. Cuando la hoja hirió su corteza, empezó a salir la sangre de la ninfa que habitaba en su interior, pero el impío se negó a dejar de cortar el árbol. Al ser reprendido por uno de sus acompañantes, Erisictón lo decapitó sin más miramientos. El árbol cayó al fin y todas las ninfas que otrora habían danzado a sus pies, pidieron a Deméter que castigará al sacrílego. Mientras dormía, la diosa suscitó en Erisictón un hambre insaciable, y cuando despertó vio que no podía pensar más que en comer. Comió sin parar y cuanto más comía más hambre sentía. Gasto toda su fortuna en comprar comida, pero seguía aquejado de un apetito feroz. Por último, para conseguir dinero vendió a su hija, Mestra, como esclava. La muchacha pidió a Posidón, antiguo amante suyo, que la ayudara, y el dios le concedió la facultad de convertirse en hombre. Una vez metamorfoseada en pescador puedo salir huyendo y a continuación recuperar su forma. Gracias a la facultad que poseía su hija, Erisictón pudo venderla en varias ocasiones para obtener dinero con el que comprar comida, y cada vez que la muchacha se transformaba en hombre y salía huyendo, para ser vendida de nuevo. Pero no siquiera eso bastó, y Erisictón acabo devorándose a sí mismo hasta que murió.
(Jenny March, Diccionario de mitología clásica, Crítica, Barcelona, 2002, pag.172)

Ovidio: Metamorfosis, VIII, 738-776

‘Nec minus Autolyci coniunx, Erysicthone nata,
iuris habet. Pater huius erat, qui numina divum
sperneret et nullos aris adoleret odores
Ille etiam Cereale nemus violasse securi
dicitur et lucos ferro temerasse vetustos.
Stabat in his ingens annoso robore quercus,
una nemus; vittae mediam memoresque tabellae
sertaque cingebant, voti argumenta potentis
saepe sub hac dryades festas duxere choreas,
saepe etiam manibus nexis ex ordine trunci
circuiere modum, mensuraque roboris ulnas
quinque ter inplebat; nec non et cetera tantum
silva sub hac, silva quantum fuit herba sub omni.
non tamen idcirco ferrum Triopeius illa
abstinuit famulosque iubet succidere sacrum
robur, et ut iussos cunctari vidit, ab uno
edidit haec rapta sceleratus verba securi:
«non dilecta deae solum, sed et ipsa licebit
sit dea, iam tanget frondente cacumine terram.»
dixit, et obliquos dum telum librat in ictus,
contremuit gemitumque dedit Deoia quercus,
et pariter frondes, pariter pallescere glandes
coepere ac longi pallorem ducere rami.
cuius ut in trunco fecit manus inpia vulnus,
haud aliter fluxit discusso cortice sanguis,
quam solet, ante aras ingens ubi victima taurus
concidit, abrupta cruor e cervice profundi.
obstipuere omnes, aliquisque ex omnibus audet
deterrere nefas saevamque inhibere bipennem:
aspicit hunc «mentis» que «piae cape praemia!» dixit
Thessalus inque virum convertit ab arbore ferrum
detruncatque caput repetitaque robora caedit,
redditus e medio sonus est cum robore talis:
«nympha sub hoc ego sum Cereri gratissima ligno,
quae tibi factorum poenas instare tuorum
vaticinor moriens, nostri solacia leti.»
persequitur scelus ille suum, labefactaque tandem
ictibus innumeris adductaque funibus arbor
corruit et multam prostravit pondere silvam.

Traducción

Y no menos, de Autólico la esposa, de Erisicton la nacida,
potestad tiene. Padre de ella era quien los númenes de los divinos
despreciara y ningunos olores a las aras sahumara.
Él, incluso, un bosque de Ceres, que violó a segur
se dice, y que sus florestas a hierro ultrajó, vetustas.
Se apostaba en ellas, ingente de su añosa robustez, una encina,
sola un bosque; bandas en su mitad y memorativas tabillas
y guirnaldas la ceñían, argumentos de un voto poderoso.
A menudo bajo ella las dríades sus festivos coros condujeron,
a menudo incluso, sus manos enlazadas por orden, del tronco
habían rodeado la medida, y la dimensión de su robustez una quincena
de codos completaba; y no menos, también, la restante espesura,
en tanto más baja toda que ella estaba, cuanto la hierba debajo de este todo. 
No, aun así, por esto su hierro el Triopeio de ella
abstuvo, y a sus sirvientes ordena talar su sagrada
robustez y, como a los así ordenados que dudaban vio, de uno
arrebatada su segur, emitió, criminal, estas palabras:
«No dilecta de la diosa solamente, sino incluso si ella pudiera 
ser la diosa, ya tocará con su frondosa copa la tierra».
Dijo y, en oblicuos golpes mientras el arma balancea,
toda tembló, y un gemido dio la Deoia encina,
y al par sus frondas, al par a palidecer sus bellotas
comenzaron, y sus largas ramas esa palidez a tomar. 
En cuyo tronco, cuando hizo su mano impía una herida,
no de otro modo fluyó al ser astillada su corteza la sangre
que suele ante las aras, cuando un ingente toro como víctima
cae, de su truncada cerviz crúor derramarse.
Quedaron atónitos todos, y alguno de todos ellos osa 
disuadirle de la impiedad e inhibirle su salvaje hacha bifronte.
Le miró y: «De tu mente bondadosa coge los premios», dijo
el tésalo, y contra el hombre volvió del árbol el hierro
y destronca su cabeza, y, volviendo a buscar la robustez, la hiere,
y emitido de en medio de su robustez un sonido fue tal: 
«Una ninfa bajo este leño yo soy, gratísima a Ceres,
quien a ti, que los castigos de estos hechos tuyos te acechan,
vaticino al morir, solaces de nuestra muerte».
Prosigue la atrocidad él suya, y oscilando finalmente
a golpes innúmeros, y reducido con cuerdas el árbol, 
sucumbe y postró con su peso mucha espesura.

Miser Catulle

Catulo. Poema VIII.  Ad se impsum

Miser Catulle, desinas ineptire,
et quod uides perisse perditum ducas.
fulsere quondam candidi tibi soles,
cum uentitabas quo puella ducebat
amata nobis quantum amabitur nulla.
ibi illa multa tum iocosa fiebant,
quae tu uolebas nec puella nolebat,
fulsere uere candidi tibi soles.
nunc iam illa non uult: tu quoque impotens noli,
nec quae fugit sectare, nec miser uiue,
sed obstinata mente perfer, obdura.
uale puella, iam Catullus obdurat,
nec te requiret nec rogabit inuitam.
at tu dolebis, cum rogaberis nulla.
scelesta, uae te, quae tibi manet uita?
quis nunc te adibit? cui uideberis bella?
quem nunc amabis? cuius esse diceris?
quem basiabis? cui labella mordebis?
at tu, Catulle, destinatus obdura.

Desgraciado Catulo, deja de hacer locuras
y lo que ves perdido, dalo por perdido.
Fulgieron antes días luminosos
cuando acudías a donde ella dijese,
la muchacha querida por nosotros
como ninguna lo será.
Gozos sin cuento entonces eran
lo que tú querías y ella no negaba
Fulgieron, en verdad, días luminosos.
Ahora ella no quiere; tú —no seas
débil— tampoco quieras; y no sigas
a quien huye, ni tristemente vivas,
sino mantén tu ánimo, aguanta:
Adiós, muchacha, ya Catulo aguanta:
no te irá a buscar más
ni irá a rogarte contra tu voluntad.
Pero tú te dolerás cuando nadie te ruegue
Malvada, ¡ay de ti! ¿La vida que te espera?
¿Quién se te va a acercar? ¿A quién le parecerás bella?
¿A quién vas a amar tú ahora? ¿De quién dirás que eres?
¿A quién vas a besar? ¿Morderás en qué labios?
Y tú, Catulo…, aguanta.

Aurea aetas (III)

Propercio, Elegias III, 13

felix agrestum quondam pacata iuuentus,
diuitiae quorum messis et arbor erant!
illis munus erat decussa Cydonia ramo,
et dare puniceis plena canistra rubis,
nunc uiolas tondere manu, nunc mixta referre
lilia uirgineos lucida per calathos,
et portare suis uestitas frondibus uuas
aut uariam plumae uersicoloris auem.
his tum blanditiis furtiua per antra puellae
oscula siluicolis empta dedere uiris.
hinnulei pellis stratos operibat amantes,
altaque natiuo creuerat herba toro,
pinus et incumbens lentas circumdabat umbras;
nec fuerat nudas poena uidere deas.
corniger Arcadii uacuam pastoris in aulam
dux aries saturas ipse reduxit oues;
dique deaeque omnes, quibus est tutela per agros,
praebebant uestris uerba benigna focis:
“et leporem, quicumque uenis, uenaberis, hospes,
et si forte meo tramite quaeris auem;
et me Pana tibi comitem de rupe uocato,
siue petes calamo praemia, siue cane!”.
at nunc desertis cessant sacraria lucis:
aurum omnes uicta iam pietate colunt.
auro pulsa fides, auro uenalia iura,
aurum lex sequitur, mox sine lege pudor.

felix agrestum quondam pacata iuuentus, diuitiae quorum messis et arbor erant! illis munus erat decussa Cydonia ramo, et dare puniceis plena canistra rubis, nunc uiolas tondere manu, nunc mixta referre lilia uirgineos lucida per calathos, et portare suis uestitas frondibus uuas aut uariam plumae uersicoloris (genitivo de calidad; singular con valor de plural) auem. his tum blanditiis (abla. pl.: complemento agente del part. perf. empta) furtiua per antra puellae oscula siluicolis empta dedere (dederunt) uiris. hinnulei pellis stratos operibat amantes, altaque natiuo creuerat herba toro, pinus et incumbens lentas circumdabat umbras; nec fuerat nudas poena uidere deas. corniger Arcadii uacuam pastoris (el pastor de Arcadia es el dios Pan) in aulam dux aries (el carnero es guía del rebaño) saturas ipse reduxit oues; dique deaeque omnes, quibus est tutela per agros, praebebant uestris uerba benigna focis: “et leporem, quicumque uenis, uenaberis, hospes, et si forte meo tramite quaeris auem; et me Pana tibi comitem de rupe uocato (imperativo futuro), siue petes calamo praemia, siue cane!”. at nunc desertis cessant sacraria lucis: aurum omnes uicta iam pietate colunt. auro pulsa fides, auro uenalia iura, aurum lex sequitur, mox sine lege pudor.

¡Feliz la otrora tranquila juventud de campesinos cuyas riquezas eran árbol y mies! Para ellos eran un regalo los membrillos sacudidos de la rama, y ofrecer canastillos repletos de bermejas moras, ya cortar violetas con la mano, ya recoger entremezclados lirios brillantes en los cestillos de mimbre de las jóvenes y llevar racimos de uva adornados con sus propias hojas, o un pájaro matizado de plumaje multicolor. Entonces las jóvenes dieron en secretas cavernas a los varones que habitaban los bosques besos comprados con estas ternuras. La piel de un cervatillo cubría enteramente a los amantes y la hierba crecía alta en el lecho natural y el pino, inclinándose, les colocaba en derredor quietas sombras. Y no era castigo el ver desnudas a las diosas; el cornígero carnero condujo él mismo de vuelta al vacío redil del pastor de Arcadia a las ahítas ovejas. Los dioses y diosas todos, quienes tienen la tutela de los campos, ofrecían a vuestros hogares benévolas palabras: “Huésped, quienquiera que vengas, cazarás una liebre y un ave, si por casualidad buscas en mis atajos; y llámame desde una roca a mí, Pan, como compañero ya sea que busques tus presas con la caña, ya sea con el perro”. Pero ahora los santuarios se abandonan, desertados los bosques sagrados: vencida la piedad, ya todos rinden culto al oro; la fidelidad ha sido expulsada por el oro, los juramentos, venales a causa del oro, la ley busca el oro; pronto, sin ley, el pudor.

Ambarvalia

Suovetaurilia

(De ambio, dar vuelta y arvum, campo)
Era una fiesta romana de purificación de los campos, en la que se llevaba a cabo un rito de  fertilidad, consistente en dar tres vueltas a los límites de  lus campos en procesión, llevando a un buey, un cordero y un cerdo (suovetaurilia), para posteriormente sacrificarlos a los dioses.
Estas fiestas eran de dos clases, privadas y públicas. Las privadas eran solemnizadas por los jefes de familias, acompañados por sus hijos y sirvientes; las públicas se celebraban en los límites de la ciudad y en ellas, doce «Fratres Arvales» caminaban a la cabeza de una procesión de ciudadanos.

Virgilio, Georgicas, I, 338-350
in primis uenerare deos, atque annua magnae
sacra refer Cereri laetis operatus in herbis
extremae sub casum hiemis, iam uere sereno.
tum pingues agni et tum mollissima uina,
tum somni dulces densaeque in montibus umbrae.
cuncta tibi Cererem pubes agrestis adoret:
cui tu lacte fauos et miti dilue Baccho,
terque nouas circum felix eat hostia fruges,
omnis quam chorus et socii comitentur ouantes
et Cererem clamore uocent in tecta; neque ante
falcem maturis quisquam supponat aristis
quam Cereri torta redimitus tempora quercu
det motus incompositos et carmina dicat.

Pero ante todo, honra a los dioses y ofrece a la gran Ceres los sacrificios anuales, oficiando la ceremonia  sobre un lozano prado, justo en el ocaso del invierno, cuando ya es serena prima­vera. En ese tiempo están gordos los corderos y los vinos son muy suaves, dulce el sueño y tupida la sombra de los montes. Toda la juventud campesina debe rendir a tu lado culto a Ce­res, en su honor has de fundir panales de miel en leche y vino dulce; que dé tres vueltas en torno a las nuevas mieses la víctima propiciatoria, que la siga en procesión todo el coro de tus compañeros en fiesta pidiendo a gritos a la diosa que entre en sus hogares; y que nadie meta la hoz a las espigas maduras hasta haber ejecutado en honor de Ceres unos sencillos movi­mientos de danza y haber recitado los cánticos rituales con  las sienes ceñidas por una corona de encina.

(Traducción de Jaime Velázquez)

Tibulo, Elegías, II 1
Quisquis adest, faueat: fruges lustramus et agros
ritus ut a prisco traditus extat auo.
Bacche, ueni, dulcisque tuis e cornibus uua
pendeat, et spicis tempora cinge, Ceres.
luce sacra requiescat humus, requiescat arator
et graue suspenso uomere cesset opus.
soluite uincla iugis: nunc ad praesepia debent
plena coronato stare boues capite.
omnia sint operata deo: non audeat ulla
lanificam pensis imposuisse manum.
uos quoque abesse procul iubeo, discedat ab aris,
cui tulit hesterna gaudia nocte Venus.
casta placent superis: pura cum ueste uenite
et manibus puris sumite fontis aquam.
cernite, fulgentes ut eat sacer agnus ad aras
uinctaque post olea candida turba comas.
di patrii, purgamus agros, purgamus agrestes:
uos mala de nostris pellite limitibus,
neu seges eludat messem fallacibus herbis
neu timeat celeres tardior agna lupos.

Que todos los presentes guarden silencio: purificamos las cosechas y los campos, según las exigencias de un rito transmitido por un antiguo antepasado. Baco, ven, y que de tus cuernos cuelguen dulces racimos de uva; ciñe también de espigas tus sienes, Ceres. En este día sagrado, que se descanse la tierra, que se descanse el labrador, y, levantado el arado, cese el penoso trabajo. Quitad las cadenas a los yugos: hoy los bueyes deben tenerse en pie, con la cabeza coronada, cerca de los establos llenos. Que todo sea al servicio del dios; que ninguna hilandera se atreva a ponerse mano a la obra. Vosotros manteneos a distancia, os lo ordeno, alejaos del altar aquellos a quienes Venus colmó de gozo la noche anterior. La castidad agrada a los dioses: venid con vestidos puros y tomad el agua de la fuente con manos puras. Ved, como el cordero sagrado marcha hacia los altares brillantes y,  detrás de él, la multitud resplandeciente, con los cabellos coronados de olivo. Dioses de nuestros padres, nosotros purificamos los campos, nosotros purificamos los campesinos; vosotros, expulsad las desgracias de nuestras casas, y que el campo sembrado no eche a perder la cosecha por unos brotes engañosos y que el cordero que se ha retardado un poco no tema a los rápidos lobos.

Virgilio, Bucólicas, V, 74-80
Haec tibi semper erunt, et cum sollemnia uota
reddemus Nymphis, et cum lustrabimus agros.
Dum iuga montis aper, fluuios dum piscis amabit,
dumque thymo pascentur apes, dum rore cicadae,
semper honos nomenque tuom laudesque manebunt.
Vt Baccho Cererique, tibi sic uota quotannis
agricolae facient: damnabis tu quoque uotis.

Estos honores siempre  te serán rendidos, tanto cuando cumplamos nuestras solemnes promesas con las Ninfas, como cuando purifiquemos los campos. Mientras que el jabalí se complazca en lo alto de las montañas y el pez en el río, mientras que las abejas se alimenten de tomillo y las cigarras del rocío, subsistirán tu culto, tu nombre y tus alabanzas. Como a Baco y a Ceres, a ti cada año los agricultores harán sus promesas, y tú les obligarás a cumplirlas.