«Sed in iis erat Sempronia, quae multa saepe virilis audaciae facinora conmiserat. Haec mulier genere atque forma, praeterea viro atque liberis satis fortunata fuit; litteris Graecis et Latinis docta, psallere et saltare elegantius quam necesse est probae, multa alia, quae instrumenta luxuriae sunt. Sed ei cariora semper omnia quam decus atque pudicitia fuit; pecuniae an famae minus parceret, haud facile discerneres; lubido sic accensa, ut saepius peteret viros quam peteretur. Sed ea saepe antehac fidem prodiderat, creditum abiuraverat, caedis conscia fuerat; luxuria atque inopia praeceps abierat. Verum ingenium eius haud absurdum: posse versus facere, iocum movere, sermone uti vel modesto vel molli vel procaci; prorsus multae facetiae multusque lepos inerat.» Salustio, De Coniuratione Catilinae, XXV
“Pero entre éstas se encontraba Sempronia que a menudo había realizado unas acciones que demandaban la audacia de un hombre. Esta mujer fue muy afortunada por su cuna, su belleza además de por su marido y por sus hijos. Instruida en la letras griegas y romanas, conocía la música y la danza más de lo que es necesario a una mujer honesta, y poseía otros talentos que no sirven más que para inflamar la pasión. Pero todos los excesos eran apreciados por ella más que la decencia y el honor, y sería difícil decir si se preocupaba menos de su fortuna que de su reputación. De tal modo la pasión le excitaba que era ella la que solicitaba a los hombres más frecuentemente de lo que ella era solicitada por ellos. Desde hacía tiempo ella se había acostumbrado a faltar a su palabra, a negar una deuda contraída, a hacerse cómplice de cualquier crimen. Por el lujo y la escasez se había precipitado hasta el fondo del abismo. Pero su ingenio no carecía de encanto: ella sabía hacer versos, manejar la broma, usar de una conversación o modesta, o tierna o desvergonzada; en una palabra, había en ella mucha jovialidad y mucho encanto”